8 de marzo
- Julia Carrillo
- 8 mar 2018
- 2 Min. de lectura
Entre hombres y mujeres hay diferencias físicas evidentes, pero eso no quiere decir que no tengamos las mismas capacidades y derechos. Hay hombres físicamente débiles y mujeres que son una fuerza de la naturaleza. Hay hombres incapaces de dirigirse a si mismos y mujeres capaces de dirigir mucho más que un hogar, que de por sí no es poco. Hay hombres que gozan de gran sensibilidad y mujeres que son una roca. Basta de etiquetas. Somos más que dos sexos diferentes; simplemente somos TODOS personas.
Por eso hoy también pararé por tí, hombre. Quiero que puedas ir a cenar con un amigo, abrazarte con él o llorar si algo te emociona sin que nadie especule sobre tu sexualidad, la cual a nadie le importa. Quiero que cuando estés con tus amigos te puedas sentir más hombre alabando mi inteligencia que objetualizando mi trasero o mis pechos. Quiero que también te enorgullezca cómo estoy hecha por dentro y no sólo por fuera. Me agrada gustarte, pero el concepto es más global.
Quiero que disfrutes del amor ayudando a tu mujer en casa, compartiendo el placer de cocinar o la fatiga de limpiar. Quiero que disfrutes de tus hijos, de sus primeras palabras, de sus trastadas, de limpiarles la cara de chocolate o de la ilusión con la que van a sus actividades favoritas. No te quedes sin disfrutar de esos placeres. No caigas en las trampas que otros antes de ti ya tendieron.
No quiero que este mundo consumista empiece a juzgarte por cómo vistes o por tu figura. Llevan años haciéndolo conmigo y me asusta que seas el siguiente.
Quiero compartir mis ventajas contigo para que esta sociedad construida en torno a tí deje de ponerme inconvenientes. Quiero que tú compartas tus privilegios conmigo y que no te sientas amenazado por ello.
No quiero que ninguno de nosotros vaya un paso por delante del otro, sino de la mano y en paralelo avanzando juntos. Si tengo un día en el calendario, es lamentablemente porque lo necesito. En cualquier sociedad, occidental u oriental, en mayor o menor grado, y cada una a su manera, me han obligado a caminar siempre un pasito por detrás de ti y a dar saltos mortales imposibles si quiero alcanzarte.
Se les olvidó decirnos que somos un equipo, que somos complementarios, que nos necesitamos y por ello debemos esforzarnos por entendernos.
El mundo está hecho de vosotros y de nosotras. Cuando reconozcamos que todos somos capaces de cualquier cosa dentro de nuestras características personales, más allá de nuestro sexo, ese mundo avanzará.
Por eso no protestaré sólo por mí. No puedo adquirir más derechos si algo no cambia antes en tu manera de verme y principalmente de verte a ti mismo. Tienes dos ojos como yo; mírame sin filtros. Dos manos como yo; utilicémoslas a la par. Dos piernas como yo; tomemos el mismo camino. Un cerebro como el mío; reflexionemos sobre la situación del otro. Utilicemos para bien todo lo que tenemos en común.

Comments